LA CÁMARA DE REFLEXIÓN
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Preparación del candidato
según I secreti dei franchi Muratori scoperti (sine data) |
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En todas las iniciaciones hay una
prueba consistente en superar la estancia en una cámara (tumba,
subterráneo, claro de un bosque...), donde algunas veces, el que va a
ser iniciado, pernoctará en solitario, abandonándose a la muerte como
hombre viejo, para aparecer inmaculado ante la vida que inaugura con
la iniciación. En masonería se llama también «Gabinete de
Reflexiones». Es un aposento fúnebre, frío, oscuro y con leyendas que
motivan a la reflexión y preparación del que va a recibir la
iniciación. Allí redacta su testamento filosófico.
Esta cámara es una habitación reducida,
pintada interiormente de negro, en la que hay un esqueleto, un cráneo
humano, una banqueta de tres patas y asiento triangular, y una pequeña
mesa sobre la que se encuentra un reloj de arena, pan, agua, una copa
conteniendo sal, otra azufre y otra mercurio; en un rincón, un búho.
Algunos dibujos simbólicos: un gallo rematando una banderola que reza
«Vigilancia y perseverancia», una guadaña, la palabra VITRIOLUM
(Visita Interiora Terrae, Rectificando Invenies
Ocultum Lapidem, Veram Madicinam).
Todo ello hace referencia a la «Obra» que pretende llevar a cabo el
que allí se encuentra.
Para presentar y dar paso a la muerte
material, se introduce al recipiendario en este cuarto de negras
paredes alumbrado por una luz sepulcral (una sola vela o una lámpara
de farol de aceite); para dejarlo aislado, desnudo de metales e
indicándole que conteste a tres preguntas «de orden» (sobre Dios, Yo y
los demás) y redacte su testamento filosófico (como profano que muere
para renacer como iniciado) antes de su muerte simbólica. Además de
esta previa ambientación, en su soledad está acompañado de un espejo y
unos huesos humanos, con lo que permanece enfrentado a la vida y la
muerte.
Gabinete de reflexión en el Museo
de Historia de la masonería en Salamanca |
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Para recordarle que está allí
voluntariamente, tiene colocado en la negra pared citas para animarle
y desanimarle en su propósito de continuar, y así forzarle a discernir
sobre todo lo que ante él se encuentra en ese momento, para resolver
la situación y adoptar las decisiones adecuadas; algunas sentencias
son:
• Si tu curiosidad te ha conducido
hasta aquí, ¡vete!
• Si tu alma ha sentido miedo, ¡no
sigas!
• Si te crees capaz de fingir,
¡tiembla!, pues se te conocerá.
• Si tienes apego a las distinciones
humanas, ¡sal!, que aquí no se conocen.
• Si temes que se descubran tus
defectos, estarás mal entre nosotros.
• Si perseveras, serás purificado
por los elementos, saldrás del abismo de las tinieblas y verás la luz.
De esta situación de enfrentamiento con
la vida y la muerte se comienza a inducir el principio de igualdad
«iguales frente a la vida y la muerte», que, aunque es una verdad
permanente, no toma sentido hasta que no sintetizamos el grano de
trigo como componente en esta prueba terrestre. El grano de trigo
simboliza el germen divino que el iniciado posee y que debe hacer
fructificar, son sus posibilidades aún no realizadas.
El pan es otro elemento simbólico de
este cuarto; representa otra forma de morir para el grano de trigo, en
este caso para renacer no como planta completa sino como hombre. El
pan es el grano de trigo tamizado y mezclado con los otros tres
elementos en un proceso alquímico que lo transmuta en alimento para un
ser autoconsciente: «el hombre», que al comer asimila materias y
energías de este pan y las integra en su ser, pasando el grano de
trigo a ser hombre.
El siguiente elemento es el agua, que
junto al pan induce al futuro aprendiz con su sobriedad a la búsqueda
de lo esencial. Por sí misma, el agua es el medio indispensable para
la manifestación de la vida, tan indispensable para la germinación de
uno mismo como para la elaboración de nuestro pan.
El azufre, la sal y el mercurio son los
tres principios herméticos: el azufre, el mercurio y la sal, la cual
es el término medio, el hijo filosófico del que azufre y mercurio son
padre y madre; simboliza la sabiduría y la ciencia.
Fuente: Juan Carlos Daza,
Diccionario Akal de la Francmasonería, Madrid, 2009, pp. 119-120.
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